jueves, 1 de agosto de 2013

Sobre la Ley que ha regulado la Introducción de Nuevas Especies. Por ALFRED R. WALLACE, F.R.G.S.

Cada naturalista que haya dirigido su atención al tema de la distribución geográfica de animales y plantas, debe haberse interesado en los hechos singulares que éste presenta. Muchos de estos hechos son muy diferentes de lo que podría haberse anticipado, y han hasta ahora sido considerados como altamente curiosos, pero inexplicables. Ninguna de las explicaciones intentadas desde el tiempo de Linneo es ahora considerada por completo satisfactoria; ninguna de ellas ha dado una causa suficiente para dar cuenta de los hechos conocidos en esa época, o ha sido suficientemente abarcativa para incluir todos los nuevos hechos que desde entonces han sido, y son diariamente, agregados. En los últimos años, sin embargo, mucha luz ha sido arrojada sobre el tema por investigaciones geológicas, que han mostrado que el estado presente de la Tierra, y de los organismos que actualmente la habitan, no es sino la última etapa de una larga e ininterrumpida serie de cambios sufridos, y consecuentemente, que tratar de explicar su condición presente sin ninguna referencia a estos cambios (como frecuentemente se ha hecho) debe conducir a conclusiones muy imperfectas y erróneas.

Los hechos probados por la geología son brevemente estos: -Que durante un inmenso, pero desconocido período, la superficie de la Tierra ha experimentado cambios sucesivos; la tierra se ha hundido bajo el océano, mientras tierra fresca ha emergido de éste; cadenas montañosas se han elevado; islas se han tornado continentes, y continentes se han sumergido hasta transformarse en islas; y estos cambios han tenido lugar no sólo una vez, sino quizá cientos o tal vez miles de veces: -Que todas estas actividades han sido más o menos continuas, pero desiguales en su progreso, y durante la serie completa la vida orgánica de la Tierra ha sufrido una correspondiente alteración. Esta alteración además ha sido gradual, pero completa; con ciertos intervalos tras los cuales no existe ninguna especie que hubiera vivido al comienzo del período. Esta completa renovación de las formas de vida parece también haber ocurrido varias veces: -Que desde la última de las épocas geológicas al presente o época histórica, el cambio de la vida orgánica ha sido gradual: la primera aparición de animales actualmente existentes puede en muchos casos ser rastreada, con sus números incrementándose gradualmente en las formaciones más recientes, mientras otras especies continuamente se pierden y desaparecen, siendo que la presente condición del mundo orgánico se deriva claramente de un proceso natural de extinción y creación gradual de especies a partir de los últimos períodos geológicos. Podemos entonces inferir con certeza cierta clase de gradación y secuencia natural de una época geológica a otra.

Ahora, tomando esto como un resumen de los resultados de la indagación geológica, vemos que la presente distribución de la vida sobre la Tierra debe ser el resultado de todos los cambios previos, tanto de la propia superficie terrestre como de sus habitantes. Sin duda han operado muchas causas que aún ignoramos, y podemos por tanto prever el hallazgo de muchos detalles para los que es muy difícil dar una explicación, e intentando dar una, debemos permitirnos invocar en nuestro servicio cambios geológicos que es muy probable que puedan haber ocurrido, aunque no tengamos evidencia directa de su acción individual.

El gran incremento de nuestro conocimiento dentro de los últimos veinte años, tanto de la historia presente como de la historia pasada del mundo orgánico, ha acumulado un cuerpo de hechos que deberían permitirnos sentar las bases de una ley amplia que los abarque y explique, y dé una orientación a nuevas investigaciones. Han pasado cerca de diez años desde que la idea de tal ley se le presentó al escritor de este artículo, y desde entonces él ha aprovechado cada oportunidad de ponerla a prueba con todo hecho nuevo establecido del que ha tomado conocimiento, o ha sido capaz de observar por sí mismo. Todo esto ha servido para convencerlo de lo correcto de su hipótesis. Entrar de pleno en tal tema ocuparía mucho espacio, y es sólo como consecuencia de algunas opiniones que han sido recientemente promulgadas, considera él en una dirección equivocada, que ahora se atreve a presentar sus ideas al público, sólo con ilustraciones de argumentos y resultados tan obvias como puedan venírsele a la mente estando él en un lugar alejado de todos los medios de referencia e información exacta.   

Las siguientes proposiciones en geografía orgánica y geología proveen los hechos principales en los cuales la hipótesis se sustenta.

Geografía.


  1. Grandes grupos, como clases y órdenes, están generalmente dispersos por todo el mundo, mientras que los más pequeños, como familias y géneros, están frecuentemente confinados a una porción, frecuentemente a un distrito muy limitado.

  2. En familias ampliamente distribuidas los géneros están a menudo limitados en extensión; en géneros ampliamente distribuidos, grupos bien definidos de especies son peculiares a cada distrito geográfico.

  3. Cuando un grupo está confinado a un distrito, y es rico en especies, se da casi invariablemente que las especies más estrechamente relacionadas se encuentran en la misma localidad o en localidades vecinas linderas, y por lo tanto la secuencia natural de las especies por afinidad es también geográfica.

  4. En países de un clima similar, pero separados por un amplio mar o elevadas montañas, las familias, géneros y especies de uno están frecuentemente representados por familias, géneros y especies estrechamente relacionados que le son peculiares al otro.

Geología.


  1. La distribución del mundo orgánico en el tiempo es muy similar a su presente distribución en el espacio.

  2. La mayoría de los grandes grupos y algunos de los pequeños se extienden a través de varios períodos geológicos.

  3. En cada período, sin embargo, hay grupos peculiares, que no se hallan en ninguna otra parte, y se extienden a través de una o varias formaciones.

  4. Especies de un género, o géneros de una familia que se presentan en el mismo tiempo geológico están más cercanamente relacionados que aquellos separados en el tiempo.

  5. Tal como generalmente se ve en geografía que no hay especies o géneros presentes en dos localidades muy distantes sin ser también halladas en lugares intermedios, se da en geología que la vida de una especie o género no ha sido interrumpida. En otras palabras, ningún grupo o especie ha comenzado a existir dos veces.

  6. La siguiente ley puede ser deducida de estos hechos: -Cada especie ha comenzado a existir coincidiendo tanto en espacio como en tiempo con una especie estrechamente relacionada preexistente.

Esta ley concuerda, explica e ilustra todos los hechos conectados con las siguientes ramas del tema: -1ro. El sistema de afinidades naturales. 2do. La distribución de animales y plantas en el espacio. 3ro. Lo mismo en el tiempo, incluyendo todos los fenómenos de grupos representativos, y aquellos que el Profesor Forbes supone manifiestan polaridad. 4to. El fenómeno de órganos rudimentarios. Intentaremos brevemente mostrar su pertinencia en cada uno de estos puntos.

Si la ley arriba enunciada es cierta, se deduce que la serie natural de afinidades representará además el orden en que las muchas especies han comenzado a existir, cada una teniendo por su antitipo inmediato una especie estrechamente relacionada existente al momento de su origen. Es evidentemente posible que dos o tres especies diferentes pueden haber tenido un antitipo común, y que cada una de ellas puede a su vez haberse tornado el antitipo a partir del cual otras especies estrechamente relacionadas fueron creadas. El efecto de esto sería, si cada especie hubiera tenido sólo una nueva especie formada en base a su modelo, una línea de afinidades que será simple, y puede ser representada ubicando en sucesión directa las varias especies en una línea recta. Pero si dos o más especies se han formado independientemente según el plan de un antitipo común, entonces la serie de afinidades será compuesta, y sólo podrá ser representada por una línea bifurcada o que se abre en muchas ramas. Ahora, todos los intentos de clasificación y arreglo naturales para los seres vivos muestran que ambos de estos planes se han dado en la creación. A veces la serie de afinidades puede por un espacio ser bien representada mediante una progresión directa de especie a especie o de grupo a grupo, pero generalmente se encuentra imposible el continuar de esta manera. Ocurren constantemente dos o más modificaciones de un órgano o modificaciones de dos distintos órganos, que nos conducen a dos diferentes series de especies, que a la larga difieren tanto entre sí como para formar distintos géneros o familias. Estas son las series paralelas o grupos representativos de los naturalistas, y a menudo ocurren en diferentes países, o se las encuentra de forma fósil en diferentes formaciones. Se dice que tienen una analogía entre sí cuando se alejan tanto de su  antitipo común como para diferir en muchos puntos importantes de estructura, mientras que aún preservan un parecido de familia. Vemos entonces lo difícil que es determinar en cada caso si una relación dada es una analogía o una afinidad, porque es evidente que a medida que vamos hacia atrás a lo largo de las series paralelas o divergentes, hacia el antitipo común, la analogía que existía entre los dos grupos se torna una afinidad. Estamos también al tanto de la dificultad de llegar a una clasificación verdadera, incluso en un grupo pequeño y perfecto; -en el estado real de naturaleza esto es casi imposible, siendo las especies tan numerosas y las modificaciones de forma y estructura tan variadas, surgiendo probablemente del inmenso número de especies que han servido como antitipos para las especies existentes, y producido así una ramificación complicada de las líneas de afinidad, tan intrincada como los brotes de un roble retorcido o el sistema vascular del cuerpo humano. Una vez más, si consideramos que tenemos sólo fragmentos de este vasto sistema, el tallo y ramas principales siendo representados por especies extintas de las cuales no tenemos conocimiento, mientras que una vasta masa de ramas y gajos y minúsculos brotes y hojas dispersas es lo que tenemos para poner en orden, y determinar la verdadera posición que cada uno originalmente ocupó con respecto a los otros, se nos vuelve patente la total dificultad del verdadero Sistema Natural de clasificación. 

Nos encontraremos entonces obligados a rechazar todos aquellos sistemas de clasificación que dispongan especies o grupos en círculos, como también aquellos que fijan un número definido  para las divisiones de cada grupo. La última clase ha sido generalmente muy rechazada por los naturalistas, como contraria a la naturaleza, a pesar de la habilidad con la que ha sido defendida; pero el sistema circular de afinidades parece haber obtenido un respaldo más profundo, con muchos naturalistas eminentes habiéndolo adoptado en alguna medida. Sin embargo, nunca hemos sido capaces de encontrar un caso en el cual el círculo se haya cerrado por una afinidad directa y cercana. En la mayoría de los casos una analogía palpable ha sido sustituida, en otros la afinidad es muy oscura o enteramente dudosa. La complicada ramificación de las líneas de afinidades en grupos extensos debe además ofrecer grandes facilidades para dar un aspecto de probable a cualquiera de esos arreglos puramente artificiales. El golpe de gracia fue dado por el admirable artículo del lamentado Sr. Strickland, publicado en el “Anales de Historia Natural”, en el que mostró claramente el verdadero método sintético para el descubrimiento del Sistema Natural.  

Si consideramos ahora la distribución geográfica de animales y plantas sobre la Tierra, encontraremos todos los hechos bellamente de acuerdo con, y fácilmente explicados por, la presente hipótesis. Un país teniendo especies, géneros y familias completas que le son peculiares, será el resultado necesario de haber sido aislado por un largo período, suficiente para que muchas series de especies hayan sido creadas sobre el tipo de otras preexistentes, que, además de muchas de las especies más tempranamente formadas, se habrán extinto, haciendo así que los grupos parezcan aislados. Si en algún caso el antitipo tenía una distribución extensa, dos o más grupos de especies podrían haberse formado, cada una variando de una manera diferente, y produciendo así varios grupos representativos o análogos. Los Sylviadae de Europa y los Sylvicolidae de Norteamérica, los Heliconidae de Sudamérica y los Euploeas del Este, el grupo de Trogones habitando Asia y aquellos peculiares de Sudamérica, son ejemplos que pueden ser explicados de esta manera.

Fenómenos tales como los que son exhibidos por las Islas Galápagos, las que contienen pequeños grupos de plantas y animales que les son peculiares, pero la mayoría cercanamente relacionados con aquellos de Sudamérica, no han hasta ahora recibido una explicación ni siquiera conjetural. Las Galápagos son un grupo volcánico de gran antigüedad, y probablemente nunca han estado más conectadas con el continente de lo que lo están en el presente. Deben haber sido primeramente pobladas, como otras islas recién formadas, por la acción de vientos y corrientes, y en un período lo suficientemente remoto como para que las especies originales hayan desaparecido y sólo permanezcan los prototipos modificados. De la misma manera podemos explicar el que las islas separadas tengan cada una sus especies peculiares, ya sea por la suposición de que la misma emigración original pobló la totalidad de las islas con las mismas especies a partir de las cuales prototipos diferentemente modificados fueron creados, o que las islas fueron sucesivamente pobladas de una a otra, pero que nuevas especies han sido creadas en cada una según el plan de las preexistentes. Santa Helena es un caso similar de una isla muy antigua que ha obtenido una flora enteramente peculiar, aunque limitada. Por el otro lado, no se conoce ejemplo de una isla que pueda ser probada como de origen geológico muy reciente (fines del Terciario, por ejemplo), y posea ya grupos genéricos o familias, o al menos muchas especies que le sean peculiares.   

Cuando una extensión de montañas ha alcanzado una gran elevación, y ha permanecido así durante un largo período geológico, las especies a ambos lados y cerca de su base serán a menudo muy diferentes, con especies representativas de algunos géneros e incluso géneros completos siendo particulares a sólo uno de los lados, como notablemente se ve en los casos de los Andes y Montañas Rocosas. Un fenómeno similar ocurre cuando una isla ha sido separada de un continente en un período muy temprano. El mar poco profundo entre la Península de Malacca, Java, Sumatra y Borneo fue probablemente un continente o gran isla en una época temprana, y puede haberse sumergido a medida que las extensiones volcánicas de Java y Sumatra se elevaron. Los resultados orgánicos que vemos en el muy considerable número de especies animales comunes a algunos o todos estos países, mientras al mismo tiempo existe un número de especies representativas estrechamente relacionadas que les son peculiares, muestran que un período considerable ha transcurrido desde su separación. Los hechos de la distribución geográfica y de la geología pueden entonces explicarse mutuamente en casos dudosos, si los principios aquí propuestos son claramente probados.   

En todos esos casos en los que una isla se ha separado de un continente, o se ha elevado por acción coralina o volcánica desde el mar, o en los que una cadena montañosa se ha elevado, en una época geológica reciente, el fenómeno de grupos peculiares o incluso de una sola especie representativa no existirá. Nuestra propia isla es un ejemplo de esto, siendo su separación del continente muy reciente en términos geológicos, y en consecuencia casi no tenemos una especie que le sea peculiar; mientras la extensión Alpina, una de las elevaciones montañosas más recientes, separa faunas y floras que difícilmente difieren más de  lo que podrían debido sólo por clima y latitud.

La serie de hechos aludidos en la Proposición 3, de especies cercanamente relacionadas en grupos abundantes siendo halladas en proximidad geográfica, es más notable e importante. El Sr. Lovell Reeve ha bien ejemplificado esto en su interesante artículo sobre la distribución de los Bulimi. Esto también se ve en los Colibríes y Tucanes, pequeños grupos de dos o tres especies estrechamente relacionadas a menudo halladas en el mismo distrito o distritos contiguos, tal como he tenido la buena fortuna de verificar personalmente. Los peces proveen evidencia de clase similar: cada gran río tiene sus géneros peculiares, y en géneros más extensos sus grupos de especies estrechamente relacionadas. Pero es lo mismo a través de toda la Naturaleza; cada clase y orden de animales aportará hechos similares. Hasta aquí no se ha hecho ningún intento de explicar estos singulares fenómenos, o de mostrar cómo es que se han producido. ¿Por qué los géneros de Palmas y de Orquídeas están en casi todo caso confinados a un hemisferio? ¿Por qué todas las especies estrechamente relacionadas de Trogones de espalda marrón son halladas en el Este, y las de espalda verde en el Oeste? ¿Por qué están los Guacamayos y las Cacatúas similarmente restringidos? Los insectos proveen un incontable número de ejemplos análogos; -los Goliathi de África, los Ornithopterae de las islas Indias, los Heliconidae de Sudamérica, los Danaidae del Este, y en su totalidad, las especies más cercanamente relacionadas halladas en proximidad geográfica. La pregunta obliga a cada mente pensante a cuestionarse el por qué son así las cosas. No podrían ser como lo son, si una ley no hubiera regulado su creación y dispersión. La ley aquí enunciada no sólo explica, sino que requiere de los hechos que vemos que existen, mientras que los vastos y largamente continuados cambios geológicos de la Tierra fácilmente dan cuenta de las excepciones y aparentes discrepancias que ocurren aquí y allá. El objetivo del escritor en exponer sus opiniones en la presente e imperfecta manera es el someterlas a evaluación por otras mentes, y el estar al tanto de todos los hechos que puedan suponerse inconsistentes con ellas. Ya que su hipótesis pretende aceptación como sólo explicando y conectando hechos que existen en la naturaleza, se espera que para desaprobarla se suministren únicamente hechos, y no argumentos a priori en contra de su probabilidad.

Los fenómenos de la distribución geológica son exactamente análogos a aquellos de la geografía. Especies estrechamente relacionadas se encuentran asociadas en los mismos estratos, y el cambio de especie a especie parece haber sido tan gradual en el tiempo como en el espacio. La Geología, sin embargo, nos provee una prueba positiva de la extinción y producción de especies, aunque no nos informa sobre cómo han tenido lugar. La extinción de especies, no obstante, ofrece menor dificultad, y el modus operandi ha sido bien ilustrado por Sir C. Lyell  en su admirable “Principios”. Cambios geológicos, aunque graduales, ocasionalmente deben haber modificado las condiciones externas en una medida tal que tornaron imposible la existencia de ciertas especies. La extinción se daría en la mayoría de los casos por una desaparición gradual, pero en algunas instancias podría haberse dado la repentina destrucción de una especie de distribución limitada. Descubrir cómo las especies extintas han sido reemplazadas de tiempo en tiempo por otras nuevas hasta el más reciente período geológico, es el problema más difícil y a la vez más interesante de la historia natural de la Tierra. La presente indagación, que busca extraer de hechos conocidos una ley que ha determinado, en cierto grado, que especies pudieron aparecer en una dada época, se espera pueda ser considerada como un paso en la dirección correcta hacia la completa solución del  tema.

Se ha dado en los últimos años mucha discusión sobre si la sucesión de vida sobre el globo fue desde un grado de organización menor a otro mayor. Los hechos admitidos parecen mostrar que ha habido una progresión general, y no una al grado de detalle. Mollusca y Radiata existieron antes que Vertebrata, y la progresión desde Peces a Reptiles y Mamíferos, y también desde los mamíferos inferiores a los superiores, es indiscutible. Por otro lado, se dice que los Mollusca y los Radiata de los períodos más tempranos estaban más altamente organizados que la gran masa de estos que actualmente existe, y que los peces más antiguos que han sido descubiertos no son de ninguna manera los menos organizados de la clase. Se cree que la presente hipótesis armonizará con todos estos hechos, y en gran medida servirá para explicarlos; porque aunque pueda parecer a algunos lectores esencialmente una teoría de progresión, ésta es en realidad sólo una de cambio gradual. Sin embargo, de ninguna forma es difícil mostrar que una progresión real en la escala de organización es perfectamente consistente con las apariencias, e incluso con una retrogresión aparente, si tal se diera.

Volviendo a la analogía del árbol ramificado, como el mejor modo de representar la disposición natural de especies y su creación sucesiva, supongamos que en una época geológica temprana algún grupo (digamos una clase de los Mollusca) ha alcanzado una gran riqueza de especies y una alta organización. Dejemos ahora a esta gran rama de especies relacionadas, por cambios geológicos, ser completa o parcialmente destruida. Subsecuentemente una nueva rama brota del mismo tronco, es decir, nuevas especies son sucesivamente creadas, teniendo por sus antitipos a las mismas especies de baja organización que habían servido como antitipos al grupo anterior, pero que sobrevivieron en las condiciones modificadas que destruyeron a éste. Estando el nuevo grupo sujeto a estas condiciones alteradas, se dan en él modificaciones de estructura y organización, tornándose representativo del grupo anterior en otra formación geológica distinta. Puede no obstante ocurrir que, aunque más adelante en el tiempo, la nueva serie de especies nunca logre alcanzar un grado tan alto de organización como aquella que la precedió, pero a su vez se extinga, y dé lugar a otra modificación distinta surgida de la misma raíz, la cual puede ser de mayor o menor organización, más o menos numerosa en especies, y más o menos variada en forma y estructura que cualquiera de las que la precedieron. Por otro lado, cada uno de estos grupos puede no haberse extinto totalmente, pudiendo haber dejado unas pocas especies, los prototipos modificados de lo que existió en cada período sucesivo, un tenue recordatorio de su anterior esplendor y exuberancia. Entonces cada caso de aparente retrogresión puede en realidad ser un progreso, aunque uno interrumpido: cuando algún monarca del bosque pierde una rama, ésta puede ser reemplazada por un débil y enclenque sustituto. Los comentarios precedentes parecen ajustarse al caso de los Mollusca, los que en un período muy temprano alcanzaron una alta organización y un gran desarrollo de formas y especies en los Cephalopoda con testa. En cada época sucesiva, especies y géneros modificados reemplazaron a los anteriores que se extinguieron, y a medida que nos aproximamos a la era presente sólo pocos y pequeños representantes del grupo prevalecen, mientras los Gasterópodos y Bivalvos han adquirido una inmensa preponderancia. En la larga serie de cambios que la Tierra ha sufrido, el proceso de poblamiento con seres orgánicos ha transcurrido continuamente, y en cualquier momento en que alguno de los grupos superiores ha estado casi o totalmente extinto, las formas inferiores que mejor han resistido las condiciones físicas modificadas han servido como los antitipos sobre los cuales fundar las nuevas razas. Se considera que sólo así los grupos representativos en períodos sucesivos, y los ascensos y descensos en la escala de organización, pueden ser explicados en todos los casos.                 

La hipótesis de polaridad, recientemente propuesta por el Profesor Edward Forbes* para explicar la abundancia de formas genéricas en un período muy temprano y en el presente, mientras que en épocas intermedias hay una disminución gradual y empobrecimiento, hasta el mínimo ocurriendo en los confines de las épocas Paleozoica y Secundaria, nos parece innecesaria, puesto que los hechos pueden ser fácilmente explicados por los principios ya vertidos. Entre los períodos Paleozoico y Neozoico del Profesor Forbes, hay difícilmente una especie en común, y la mayor parte de los géneros y familias también desaparecen para ser reemplazados por otros nuevos. Es casi universalmente aceptado que un cambio tal en el mundo orgánico debe haber ocupado un vasto período de tiempo.  De este intervalo no tenemos registro; probablemente porque el área total de las formaciones tempranas ahora expuestas a nuestras investigaciones fue elevada a fines del período Paleozoico, y permanecieron así a través del intervalo requerido por los cambios orgánicos que resultaron en la fauna y la flora del período Secundario. Los registros de este intervalo están sepultados bajo el océano que cubre tres cuartos del globo. Parece ahora altamente probable que un largo período de quiescencia o estabilidad en las condiciones físicas de un distrito podrían haber sido más favorables para la existencia de vida orgánica en la mayor abundancia, tanto en lo que refiere a individuos como a variedad de especies y grupos genéricos, tal como actualmente encontramos que los lugares mejor adaptados para el rápido crecimiento e incremento de individuos contiene también la mayor profusión de especies y la mayor variedad de formas, -los trópicos en comparación con las regiones templadas y árticas. Por otro lado, parece no menos probable que un cambio en las condiciones físicas de un distrito, incluso de pequeña magnitud si es que es rápido, o gradual si alcanza gran magnitud, sería altamente desfavorable para la existencia de individuos, podría causar la extinción de muchas especies, y podría ser igualmente desfavorable para la creación de nuevas especies. En esto también podemos hallar una analogía con el presente estado de nuestra Tierra, habiéndose mostrado que los extremos violentos y cambios rápidos de las condiciones físicas, más que el estado promedio real en las zonas templadas y frías, es lo que las vuelve menos prolíficas que las regiones tropicales, como se ejemplifica por la gran distancia más allá de los trópicos que las formas tropicales penetran cuando el clima es regular, y también por la riqueza en especies y formas de regiones montañosas tropicales que principalmente difieren de la zona templada en la uniformidad de sus climas. Pero pudiendo ser esto así, parece una suposición justa el que las nuevas especies que sabemos han sido creadas hubieran aparecido durante un período de reposo geológico, que las creaciones habrían entonces excedido en número a las extinciones, y por lo tanto el número de especies se incrementaría. En un período de actividad geológica, por otro lado, parece probable que las extinciones podrían exceder a las creaciones, y el número de especies disminuiría consecuentemente. Que tales efectos tuvieron lugar en conexión con las causas a las que se los hemos imputado, está mostrado en el caso de la formación del carbón, las fallas y contorsiones del cual indican un período de gran actividad y violentas convulsiones, y es en la formación que inmediatamente sucede a ésta que la pobreza de las formas de vida se hace más aparente. Tenemos entonces que suponer un largo período de alguna acción similar durante el vasto y desconocido intervalo al finalizar el período Paleozoico, y luego una decreciente violencia o rapidez a través del período Secundario, para permitir el repoblamiento gradual de la Tierra con formas variadas, y la totalidad de los hechos son explicados. Tenemos entonces una pista para el incremento de las formas de vida durante ciertos períodos, y su disminución durante otros, sin recurrir a ninguna causa más que aquellas que sabemos han existido, y a efectos fácilmente deducibles de ellas. La manera precisa en que se efectuaron los cambios geológicos de las formaciones tempranas es tan extremadamente oscura, que cuando podemos explicar hechos importantes por un retraso en un momento y una aceleración en otro de un proceso que sabemos por su naturaleza y por su observación ha sido desparejo, -una causa tan simple puede ser seguramente preferida a una tan oscura e hipotética como la polaridad.

Me atreveré a sugerir algunas razones contra la naturaleza misma de la teoría del Profesor Forbes. Nuestro conocimiento del mundo orgánico durante cualquier época geológica es necesariamente muy imperfecto. Viendo el vasto número de especies y grupos que han sido descubiertos por los geólogos, puede dudarse si debemos comparar sus números no sólo con aquellos que ahora existen sobre la Tierra o con una cantidad mucho mayor**. No tenemos razón para creer que el número de especies en la Tierra en algún período anterior fue mucho menor que en el presente; del total de eventos la porción acuática, de la que los geólogos tienen más conocimiento, fue a menudo probablemente tan grande o mayor. Ahora sabemos que han habido muchos cambios completos de especies; muchas veces nuevos conjuntos de organismos han sido introducidos en lugar de otros viejos que se extinguieron, por lo que la cantidad total que ha existido en la Tierra desde el período geológico más temprano debe haber tenido la misma proporción respecto de  aquellos viviendo ahora, de la que tiene la totalidad de la raza humana que ha vivido y muerto sobre la Tierra, a la población en el tiempo presente. Además, en cada época, toda la Tierra sin duda era, como ahora, más o menos el teatro de la vida, y a medida que las sucesivas generaciones de cada especie murieron, sus exuvias y partes conservables serían depositadas sobre cada porción de los mares y océanos entonces existentes, de los que tenemos razones para suponer que han sido más, y no menos,  extensos que en el presente.  Para entender entonces nuestro posible conocimiento del mundo temprano y sus habitantes, debemos comparar, no el área total del campo de nuestras investigaciones geológicas con la superficie terrestre, sino el área de la porción examinada de cada formación separadamente con el total de la Tierra. Por ejemplo, durante el período Silúrico toda la Tierra era Silúrica, y animales vivían y morían, y sus restos se depositaban más o menos sobre el área total del globo, y eran probablemente (al menos las especies) casi tan variadas en diferentes latitudes y longitudes como lo son en el presente. ¿Qué proporción ocupaban los distritos Silúricos respecto de la superficie total del globo, tierra firme y mar (probablemente existieron distritos Silúricos muchos más extensos bajo el océano que por encima de éste), y que porción de los distritos Silúricos conocidos ha sido realmente examinada buscando fósiles? ¿Será el área de roca que está expuesta al ojo la milésima o la diezmilésima parte de la superficie terrestre? Hagamos la misma pregunta con respecto al oolito o la caliza, o incluso a estratos particulares de estos cuando difieren considerablemente en sus fósiles, y entonces se tendrá alguna noción de lo pequeña que es la porción del todo que conocemos.

Pero es aún más importante la probabilidad, casi la certeza, de que formaciones completas conteniendo los registros de vastos períodos geológicos están enteramente sepultadas bajo el océano, y por siempre más allá de nuestro alcance. La mayoría de los huecos en las series geológicas deben entonces ser completados, y un vasto número de animales desconocidos e inimaginables, que podrían ayudar a elucidar las afinidades de los numerosos grupos aislados que son un perpetuo rompecabezas para el zoólogo, pueden estar allí sepultados, hasta que futuras revoluciones puedan elevarlas en su momento por sobre las aguas, para proveer materiales de estudio a cual fuere la raza de seres inteligentes que entonces pudieran habernos sucedido. Estas consideraciones deben llevarnos a la conclusión, de que nuestro conocimiento de la serie total de anteriores habitantes de la Tierra es necesariamente muy imperfecto y fragmentario, -tanto como nuestro conocimiento del mundo orgánico presente pueda serlo, forzados a hacer nuestras recolecciones y observaciones sólo en parches igualmente limitados en área y en número que aquellos abiertos para la recolección de fósiles. Ahora, la hipótesis del Profesor Forbes es esencialmente una que asume en gran medida la completitud de nuestro conocimiento de la serie total de seres orgánicos que han existido en la Tierra. Esta parece ser una objeción fatal, independientemente de todas las otras consideraciones. Puede decirse que las mismas objeciones existen contra  cada teoría en el tema, pero este no es necesariamente el caso.  La hipótesis planteada en este artículo no depende en grado alguno de la completitud de nuestro conocimiento de la anterior condición del mundo orgánico, sino que toma los hechos que tenemos como fragmentos de un vasto todo, y deduce de ellos algo de la naturaleza y proporciones de ese todo que nunca conoceremos en detalle. Se fundamenta en grupos aislados de hechos, reconoce su aislamiento, y se esfuerza en deducir de ellos la naturaleza de las porciones  intermedias.

Otra importante serie de hechos, en total acuerdo con, e incluso deducida necesariamente de, la ley ahora desarrollada, es la de los órganos rudimentarios.  Que estos realmente existen, y en la mayoría de los casos no tienen una función especial en la economía animal, es aceptado por las principales autoridades en anatomía comparada. Los minúsculos miembros escondidos debajo de la piel en muchos de los lagartos parecidos a serpientes, los ganchos anales de la boa constrictor, la serie completa de huesos de dedo unidos en la aleta de los Manatus y ballenas, son algunos de los ejemplos más familiares. En botánica una clase de hechos similar se ha reconocido. Estambres abortivos, envolturas florales rudimentarias y carpelos no desarrollados, son de la ocurrencia más frecuente. A cada naturalista atento debe surgirle la pregunta, ¿Para qué son? ¿Qué tienen que ver con las grandes leyes de la creación? ¿No nos enseñan algo sobre el sistema de la Naturaleza? Si cada especie ha sido creada independientemente, y sin ninguna relación necesaria con especies preexistentes, ¿qué significan estos rudimentos, estas aparentes imperfecciones? Debe haber una causa para ellas; deben ser el resultado necesario de alguna gran ley natural. Ahora, si, como se ha intentado mostrar, la gran ley que ha regulado el poblamiento de la Tierra con vida animal y vegetal es, que cada cambio debe ser gradual; que ninguna criatura nueva se formará difiriendo ampliamente de algo existiendo antes; que en esto, como en todo lo demás en la Naturaleza, debe haber gradación y armonía, -entonces estos órganos rudimentarios son necesarios, y son una parte esencial del sistema de la Naturaleza. Antes de que los Vertebrados superiores fueran formados, por ejemplo, muchos pasos fueron requeridos, y muchos órganos tuvieron que sufrir modificaciones de la condición rudimentaria en la que hasta entonces sólo habían existido. Aún vemos como remanente un esquema antitípico de un ala adaptada para el vuelo en la escamosa aleta de un pingüino, y miembros primero ocultos debajo de la piel, y luego asomando débilmente de ella, fueron las gradaciones necesarias antes de que otros puedan formarse completamente adaptados para la locomoción. Podríamos observar muchas más de estas modificaciones, y una serie de ellas más completa, si tuviéramos un panorama de todas las formas que han dejado de vivir. Los grandes huecos que existen entre peces, reptiles, aves y mamíferos serían entonces, sin duda, reducidos por grupos intermedios, y todo el mundo orgánico sería visto como un sistema ininterrumpido y armonioso.

Se ha mostrado ahora, aunque de la manera más breve e imperfecta, como la ley de que “Cada especie ha comenzado a existir coincidiendo tanto en tiempo como en espacio con una especie estrechamente relacionada preexistente”, conecta entre sí y torna entendibles un vasto número de hechos independientes y hasta ahora inexplicados. El sistema natural de ordenamiento de seres orgánicos, su distribución geográfica, su secuencia geológica, los fenómenos de grupos representativos y sustituidos en todas sus modificaciones, y las más singulares peculiaridades de estructura anatómica, son todos explicados e ilustrados por ésta, en perfecto acuerdo con la vasta masa de hechos que han reunido las investigaciones de los modernos naturalistas, y, se cree, no materialmente opuesta a ninguno de ellos. Asegura además una superioridad por sobre hipótesis previas, en la base de que no solamente explica, sino que requiere lo que existe. Asumida la ley, y muchos de los más importantes hechos en la Naturaleza no podrían haber sido de otra manera, sino que son deducciones de ésta casi tan necesarias, como lo son las órbitas elípticas de los planetas a partir de la ley de gravitación.

Sarawak, Borneo, Feb. 1855.

*Desde que lo anterior fue escrito, el autor ha  escuchado con sincera pena sobre la muerte de este eminente naturalista, de quien se esperaba tanto trabajo importante. Sus opiniones sobre el presente artículo, -un tema en el cual ningún hombre era más competente para decidir, -se esperaron con el mayor interés. ¿Quién podrá ocupar su lugar?

[**Ver sobre este tema un artículo por el Profesor Agassiz en los “Anales” de noviembre de 1854. -ED.]

Texto en versión original en inglés: John van Wyhe, ed. 2012-. Wallace Online. (http://wallace-online.org/). RECORD: S20 Wallace, A. R. 1855. On the law which has regulated the introduction of new species. Annals and Magazine of Natural History, including Zoology, Botany, and Geology 16: (September): 184-196.